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La Tragedia De Los Trastulli
Guido Pagliarino
Italia, aГ±os 60 del siglo XX: Una serie de delitos y de desgracias afectan inevitablemente, sin soluciГіn de continuidad, uno por uno, a los miembros de una familia de conocidos comerciantes turineses, como si fueran personajes de una tragedia griega, que, de forma irremediable, continГєa desarrollГЎndose, episodio tras episodio, sin verdaderos culpables, con un padre y un hijo, ambos de carГЎcter noble y sus familiares no innobles.
Italia, aГ±os 60 del siglo XX: Una serie de delitos afectan inevitablemente, uno por uno, a los miembros de una familia de conocidos comerciantes turineses, los Trastulli, cuya pareja de cabezas de familia participГі en la lucha de LiberaciГіn del nazifascismo y ocultГі y protegiГі a judГos buscados por las SS en los aГ±os mГЎs oscuros. Una verdadera tragedia vital que arrolla a los miembros de la familia, causada por acontecimientos superiores incontrolables, como la gravГsima crisis econГіmica del trienio 1963-1965, que, desatГЎndose inesperadamente, convulsiona dramГЎticamente la economГa italiana, interrumpiendo el llamado milagro econГіmico, es decir, la sorprendente expansiГіn de Italia iniciada en los aГ±os 50 y desarrollada, desordenada pero potentemente, hasta 1962; o como, en 1964, el golpe de Estado que tiene en su cГєspide a personas importantes del gobierno y al comandante en jefe de los Carabineros, un general de las fuerzas armadas y hГ©roe varias veces condecorado de la Resistencia. Afectando a acontecimientos econГіmicos, sociales y polГticos de alto nivel de carГЎcter ineluctable sobre seres humanos individuales, la mГtica musa MelpГіmene inspira simbГіlicamente una tragedia existencial. En busca de justicia, entran en escena un comisario jefe de la ComisarГa de TurГn, tambiГ©n hГ©roe de la Resistencia al haber participado en 1943, aГєn como muy joven subcomisario, en la insurrecciГіn de la ciudad partenopea honrada por la historia como В«Los cuatro dГas de NГЎpolesВ», y su ayudante, un joven subbrigada. Estos indagan, en primer lugar, una muerte que tiene todo el aspecto de un suicidio por motivos econГіmicos, pero que podrГa haber tenido como causa muy altos intereses polГticos y militares. Luego se van sucediendo otros decesos y desgracias, afectando, uno a uno, a todos los miembros de la familia Trastulli y no siempre un familiar es ajeno al mal de otro, aunque indudablemente el hecho mismo parece debido a causas superiores. Entretanto, otra familia, que estГЎ encabezada por un austero general de brigada y expartisano y estГЎ relacionada con la primera por una firme amistad entre los dos cabezas de familia, ve cГіmo se entrecruzan trГЎgicamente sus vidas con las de la otra. Гљltimo libro en orden de redacciГіn con Vittorio D’Aiazzo y Ranieri Velli como protagonistas, pero tercero de la saga segГєn el orden cronolГіgico de los acontecimientos, una serie que termina con la novela, publicada desde hace tiempo В«El terror privado y el terror polГticoВ», ambientada en el aГ±o 2000.
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Guido Pagliarino
La tragedia de los Trastulli
Novela
TraducciГіn de Mariano Bas
Guido Pagliarino
La tragedia de los Trastulli
Novela
TraducciГіn del italiano al espaГ±ol de Mariano Bas
Obra distribuida por Tektime
Copyright © 2021 Guido Pagliarino – Todos los derechos son propiedad del autor
Ediciones de la obra original en italiano:
1a Edición: La tragedia dei Trastulli, romanzo, distribución Tektime, Copyright © 2021 Guido Pagliarino – Todos los derechos son propiedad del autor Guido Pagliarino
2a Edición: La tragedia dei Trastulli, romanzo, distribución e impresión Amazon, Copyright © 2021 Guido Pagliarino – Todos los derechos son propiedad del autor Guido Pagliarino
Imagen de la portada: MГЎscara trГЎgica, detalle, mosaico romano del siglo I a.C., que representa en su conjunto ambas mГЎs caras teatrales, la trГЎgica y la cГіmica, Museos Capitolinos, Roma.
Aparte de las referencias generales a hechos histГіricos, los acontecimientos narrados, los personajes, los nombres de personas, entidades, empresas y sociedades y sus productos y servicios que aparecen en la obra son imaginarios y debe considerarse como absolutamente casual e involuntaria cualquier eventual referencia a la realidad personal, familiar, profesional o institucional, presente o pasada de cualquier persona fГsica o jurГdica.
ГЌndice
CapГtulo I (#ulink_21135a5e-3814-5c79-9c03-657004194f68)
CapГtulo II (#ulink_47bce787-90e5-593e-a5f8-309851ad4787)
CapГtulo III (#ulink_d4aa6e01-f0b2-5b13-9abe-361cfb204899)
CapГtulo IV (#ulink_606c474c-2318-568c-854e-c5cd9a737023)
CapГtulo (#ulink_037b4e13-7a04-569d-b947-f1e8b9deba2e)V (#ulink_037b4e13-7a04-569d-b947-f1e8b9deba2e)
CapГtulo (#ulink_38055eaa-6f29-580c-9e2e-78167ec228fa)VI (#ulink_38055eaa-6f29-580c-9e2e-78167ec228fa)
CapГtulo VII
CapГtulo VIII
CapГtulo I X
CapГtulo X
CapГtulo XI
CapГtulo XII
CapГtulo XIII
CapГtulo XIV
CapГtulo XV
CapГtulo XVI
CapГtulo XVII
CapГtulo XVIII
CapГtulo XIX
CapГtulo XX
CapГtulo XXI
Obras del autor basadas en los personajes de Vittorio D’Aiazzo y Ranieri Velli (según el orden cronológico de los acontecimientos)
FOTOGRAFГЌA FUERA DEL TEXTO
FotografГa, con objetivo de gran angular, del edificio de la ComisarГa de TurГn, sacada desde la esquina entre corso Vinzaglio y via Grattoni, tomada del Quotidiano Piemontese del 19 de agosto de 2014 en la pГЎgina de Internet https://www.quotidianopiemontese.it/2014/08/19/provincia-torino-lacqua-gola-vende-palazzo-questura/ (https://www.quotidianopiemontese.it/2014/08/19/provincia-torino-lacqua-gola-vende-palazzo-questura/)
CapГtulo I (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)
Era el principio de la tarde del 22 de diciembre de 1961, viernes. Nuestro superior directo y amigo mГo Vittorio D’Aiazzo nos habГa reunido en su despacho, un cuarto luminoso con vistas a la calle sobre corso Vinzaglio y en un largo y ancho pasillo en el primer piso, que albergaba la SecciГіn de homicidios y delitos contra las personas de la Brigada MГіvil de la ComisarГa de TurГn del Cuerpo de Guardias de la Seguridad PГєblica,
una sección formada por más unidades operativas, cada una a las órdenes de un comisario. El despacho de mi amigo no era muy grande, como casi todos, salvo dos salones, en el mismo piso, habilitados como despachos del subjefe y del comisario jefe, pero yo me encontraba bien, sentado en mi pequeña mesa, a la izquierda de la de dirección del comisario D’Aiazzo, de quien yo era ayudante.
Esa tarde mi amigo querГa baГ±ar con nosotros, tomando un aperitivo, la promociГіn a comisario jefe
comunicada esa maГ±ana. Los miembros del grupo Г©ramos diez: ademГЎs de Vittorio y de mГ, el jovencГsimo comandante y segundo de nuestra unidad, el comisario Aldo Moreno, de veinticuatro aГ±os, cuatro agentes, dos agentes escogidos y el cabo
Evaristo Sordi, de veintiГєn aГ±os de edad, que llevaba con nosotros menos de dieciocho meses y se habГa mostrado desde el principio bastante capaz: ascendiendo de grado por mГ©ritos, en los aГ±os 90 llegarГa a la categorГa mГЎs alta posible para alguien sin formaciГіn superior: inspector superior sustituto oficial de seguridad pГєblica, comГєnmente llamado comisario sustituto. El resto de la brigada no habГa tenido que pasar a travГ©s del pasillo para llegar hasta nosotros, pues tenГa de hecho su sede en dos cuartos a la derecha del nuestro, comunicados con este y entre ellos.
HabГan traГdo una gran bandeja con dos botellas de vermut rojo y una docena de vasos de un bar junto a la comisarГa. Por orden de D’Aiazzo, dos de nuestros agentes habГan servido los vasos.
—ServГos —nos dijo el nuevo comisario jefe, tomando uno de los vasos y, levantГЎndolo, nos dijo, con una mirada y una sonrisa socarronas—: ВїQuГ© os dije? ВїHabГa llegado el momento o no? —Y, tras beber el primer sorbo—: Ah, chavales, empecГ© a trabajar a principios de 1943, ayer mismo. ВїEsperaba o no esta promociГіn?
—¡Seguro que sГ! —me saliГі de forma espontГЎnea, sabiendo bien los mГ©ritos de mi amigo, no solo como colaborador durante muchos aГ±os, sino siendo ademГЎs conocido en toda la secciГіn de Homicidios que Г©l, un verdadero napolitano, habГa sido uno de los valerosos combatientes en los Cuatro DГas de NГЎpoles, honrado por la RepГєblica con la medalla de bronce al valor militar bajo el motivo: Combatir heroicamente contra los alemanes en los gloriosos Cuatro DГas de NГЎpoles,
dГas en los que el pueblo italiano, por primera vez en la historia de la Resistencia europea, habГa atacado y vencido a los invasores alemanes, expulsГЎndolos de la ciudad y entregГЎndola enseguida a los angloamericanos, que entraron en NГЎpoles poco despuГ©s con gran pompa triunfal sin haber combatido.
Todos se unieron a mi sincera exclamaciГіn de aprecio:
—Seguro.
—Claro que sГ.
—Ya era hora…
D’Aiazzo, de acuerdo con el reglamento que atribuГa a su nuevo grado funciones de direcciГіn y coordinaciГіn de mГЎs unidades orgГЎnicas en la comisarГa en la que los comisarios jefe eran asignados, o iba a tener funciones superiores, o se convertirГa en vicecomandante de las secciones de Homicidios bajo el subjefe director, un tal Alonzo Zappulli, o seria transferido a otro lugar con tareas de nivel similar: ВїDejarГa de estar con Г©l?, me preguntГ© despuГ©s del brindis.
Como si hubiera habido telepatГa, solo un momento despuГ©s me dijo:
—Oh, a partir de ahora tendrГ© a cargo todas nuestras secciones: el comisario jefe Maronti ha sido promovido a subjefe, se va a Mantua y asumo su cargo. Naturalmente, tГє, Ran —Diminutivo que mi amigo me habГa puesto abreviando mi nombre de Ranieri—, a pesar de tu grado te quedas conmigo. —Yo solo era subbrigada,
mientras que normalmente el ayudante del comisario jefe era al menos brigada,
si no un subteniente—
Lamento que seas un firmaiolo.
Si hubieras entrado en la Escuela de PolicГa como Evaristo,
por veteranГa ya serГas brigada, en lugar de estar todavГa esperando; en todo caso, no me importa que solo seas subbrigada, te mantengo igual como ayudante directo. Tal vez antes o despuГ©s salga un concurso interno para pasar al servicio permanente efectivo y presentarГЎs tu solicitud: te mereces el grado y un salario mayor e incluso recorrer toda la carrera hasta teniente en lugar de quedarte como brigada.
—Gracias —le respondГ. En realidad, hacГa tiempo que me rondaba de vez en cuando la idea de no reengancharme al acabar mi plazo de servicio (era el segundo plazo) y dedicarme enteramente a la escritura, mi verdadera vocaciГіn y un campo en el que ya habГa tenido ganancias esporГЎdicas como periodista, publicista y laureles como poeta: laureles, porque carmina non dant panem. En todo caso, era grande el miedo a quedarme del todo sin pan al perder el salario.
ВЎQuГ© recuerdos me trae ese tiempo! En 1961 era un hombre de veintinueve aГ±os, longilГneo, de un metro noventa de alto, no un encorvado anciano desplumado y flГЎcido como hoy y disfrutaba de una fuerza leonina; un vigor que puedo sentir en mi interior solo en esos sueГ±os en los que uno se encuentra joven y con el futuro delante de los ojos, no detrГЎs de las espaldas. Soy Ranieri Velli y, solo para mi amigo Vittorio, Ran. Desde hace muchas dГ©cadas (ВЎdemasiadas, ay!) soy escritor y periodista profesional
, lleno de achaques.
En cuanto a D’Aiazzo, entonces tenГa cuarenta y dos aГ±os. Era un hombre fuerte, pero no alto, en torno al metro sesenta y cinco y tenГa una exuberante cabellera negra que, con el tiempo, se irГa haciendo mГЎs rala. Г‰ramos amigos desde hacГa aГ±os y nos tuteГЎbamos en privado. QuiГ©n sabe: tal vez la amistad habГa surgido por una acciГіn armada que habГa evitado ser el objetivo de un pistolero enajenado al que herГ y detuve poco antes de que hiciera fuego o sencillamente podГa haber nacido de tener gustos similares: entre otros intereses comunes, tambiГ©n a Vittorio le apasionaba la literatura clГЎsica y muchas veces, fuera de servicio, hablГЎbamos entre nosotros, en su casa o en el restaurante o paseando en torno al gran cuadrilГЎtero
de soportales que recorre el centro de la ciudad: entre los poetas italianos, despuГ©s de Dante, que era evidentemente el primero de todos, para mi estaba el inmenso Leopardi y para Г©l, Foscolo. Por otro lado, Г©l era mi Гєnico amigo y entendГ que lo mismo pasaba con Г©l, algo a lo que colaboraba nuestra profesiГіn, estresante y sin horarios.
El nuevo comisario jefe puso fin a toda prisa a la celebraciГіn:
—Ya vale, chavales, ahora a trabajar, que tenemos asuntos pendientes y, por ahora, todavГa estamos en nuestra unidad. MaГ±ana os comunicarГ© los cambios. —Tras salir los demГЎs, se dirigiГі a mГ—: Escucha, Ran: en Navidad no estarГЎs de guardia, ВїquГ© te parece si te invito a comer en el restaurante Palestro? ВїO tal vez mamГЎ y tГє prefirГЎis hacer juntos la comida de Navidad?
DespuГ©s de mi primer destino, a las Гіrdenes de Vittorio, pero en la Brigada MГіvil de GГ©nova, en 1959 fuimos transferidos ambos a TurГn, mi ciudad natal y habГa vuelto a vivir con mis padres, encantados de acogerme, como hijo Гєnico, en su pequeГ±o apartamento en una antigua casa en via Ignazio Giulio, no muy lejos de la ComisarГa. Con gran pena por nuestra parte, mi padre muriГі en 1960, de repente, debido de un ictus grave que le habГa dado en casa el 28 de diciembre; habГa pasado felizmente la Navidad con mi madre y conmigo. Este aГ±o mi madre se quedarГa sola a la mesa si aceptaba la invitaciГіn.
—No sé —respondà después de un par de segundos de duda—, ¿te puedo contestar mañana?
Lo entendiГі:
—… ¿Y por qué no invitamos también a mamá?
—Ah… pues sГ, ВЎgracias! Estupendo, se lo digo y te contesto maГ±ana.
—… Espero entonces hasta mañana.
MamГЎ prefiriГі no aceptar:
—Come en Navidad con tu superior, tranquilamente, yo como sola, no me importa: una ensalada, un huevo y pasta con tomate. Yo celebro la Natividad de Nuestro SeГ±or en la iglesia. Pero querrГa pedirte un favor, Ranieri: esa maГ±ana, ven conmigo a misa a la ConsolaciГіn. La basГlica estГЎ aquГ delante y no hay que caminar y es una misa especial, no solo por ser de Navidad, sino tambiГ©n porque la he reservado desde hace meses en honor de del alma santa de tu padre. VendrГЎs, Вїverdad?
AsentГ con alegrГa:
—¡Por supuesto que voy! Por supuesto, si además es por papá y asà celebro contigo a tu manera. ¿A qué hora es?
—Es la misa de las once. —Sonrió con gran satisfacción por llevar a misa, al menos una vez, al pecador de su hijo.
FOTOGRAFГЌA FUERA DEL TEXTO
Postal de 1936 que muestra el Santuario de la ConsolaciГіn, en la que aparece al fondo, a la izquierda del lector, la via Carlo Ignazio Giulio, la calle donde vivГan Ranieri Velli y su madre. La imagen, de dominio pГєblico, estГЎ en la direcciГіn web https://it.wikipedia.org/w/index.php?curid=282190 (https://it.wikipedia.org/w/index.php?curid=282190)
Cap (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)Г (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)tulo II (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)
Mi madre y yo acabГЎbamos de salir de la basГlica de la ConsolaciГіn poco antes del mediodГa, faltaban tres cuartos de hora para la cita y Vittorio aГєn no habГa empezado su misa en Santa BГЎrbara, una parroquia no muy lejana, en via Assarotti. HabГamos quedado delante de la iglesia a la una menos cuarto.
—Feliz Navidad, querido —me despidió mi madre con una caricia.
—Feliz Navidad —le respondГ sonriendo con un afecto Гntimo, pero sin expresiГіn fГsica: nunca habГa sido una persona expansiva, ni siquiera de niГ±o, y mi madre en esos aГ±os habГa sufrido, como me dirГa tiempo despuГ©s, pero afablemente, por la dulzura de su carГЎcter: solo una vez y luego nunca me lo volviГі a reprochar, lo que no significa que ya no le doliera, como hoy puedo intuir, al haberme suavizado con el paso de los aГ±os; solo que no me lo volviГі a dar a entender.
Mi madre se volviГі a su casa, mientras yo me iba por la via Assarotti a paso lento. De todos modos, lleguГ© antes de tiempo, por lo que me di una vuelta por la zona. Hacia la una menos veinte estaba de nuevo delante de la iglesia y esperГ©; una espera breve, pues mi amigo saliГі con los demГЎs fieles pocos minutos despuГ©s.
HabГa reservado la comida de Navidad para la una. El restaurante, un local antiguo que todavГa hoy existe, estГЎ casi en via Garibaldi y no muy lejos de Santa BГЎrbara, por lo que fuimos aprisa.
Creo que, siendo el dГa de Navidad y nosotros solo dos, no habrГa sido posible tener un buen lugar amplio en ningГєn restaurante. Nos habГan reservado una pequeГ±a mesa triangular en un rincГіn de la sala. Todas las sillas estaban ya ocupadas cuando llegamos, salvo las de una mesa junto a la entrada, pero que estaba reservada, como indicaba un pequeГ±o cartel que vi fugazmente al entrar. DespuГ©s de cinco minutos llegГі un grupo que, por indicaciГіn de un camarero, habГa ocupado el lugar: un grupo al que, como entonces no podГa saber, en el futuro le interesarГan mucho nuestras investigaciones, porque acabarГa con una serie de acontecimientos tan funestos que casi podrГamos hablar de una tragedia griega. Eran siete: una pareja de bastante mГЎs de setenta aГ±os, un hombre de unos cuarenta, con una bonita mujer de la mano, aparentemente un poco mГЎs joven que Г©l, que podГa ser su esposa, dado que con ellos entraron una joven y una niГ±a que supuse que eran sus hijas; por Гєltimo, un hombre joven que se parecГa al anterior, tal vez su hermano. El anciano debГa conocer a Vittorio y haber mantenido una buena vista a pesar de su edad, pues le dirigiГі la mirada y le dijo:
—Felicidades, comisario.
Respondido casi de inmediato por el amigo, que, levantando la vista y viГ©ndolo, le contestГі:
—Feliz Navidad, aparejador.
—Ellos tambiГ©n viven en via Cernaia, en mi misma casa y en mi mismo piso —me dijo Vittorio en voz baja— y, aparte de la nuera, todos trabajan en el negocio de la familia. Tienen dos apartamentos adyacentes y comunicados por una puerta interior; en uno viven el padre y la madre ancianos y el segundo hijo, soltero, y en el otro el primogГ©nito con su familia. Al principio, cuando aГєn estaban solo los Trastulli ancianos y sus hijos, se trataba de un solo piso de mГЎs de trescientos metros cuadrados, como me comentГі un dГa nuestro portero, un hombre inconteniblemente deslenguado. Lo dividieron en dos, con algunas reformas para tener dos cocinas y cuatro baГ±os, cuando el mayor se casГі y sus padres le entregaron uno de los dos apartamentos. Su comedor y otra sala de estar de los padres da pared con pared con mi apartamento y, por ser estas muy delgadas, puedes entender que algunas noches, a la hora de la cena, tengo que oГr, sin querer, algunas de sus molestas discusiones en voz alta, que siempre tratan del trabajo. Ya sabes, Ran, que mi casa es del siglo pasado y todos los pisos tienen paredes gruesas, como solГa pasar cuando se construГa bien, pero no es asГ en el murete que me separa de los Trastulli, con solo una hilera de ladrillos, supongo que de papel de seda, exagerando un poco. ВїCГіmo es que solo pasa en esa pared?, me preguntarГЎs. Sencillo, mi apartamento y el de los Trastulli, y esto no me lo dijo el portero, sino una seГ±ora cuya familia lleva viviendo en el edificio desde hace varias generaciones, de finales del siglo anterior, era una sola morada faraГіnica de gente muy rica, propiedad de dos hermanas, unas ciertas marquesas del Ton Chamus Goncour, tal vez del valle de Aosta o de ascendencia saboyana, dado su apellido francГ©s. Mis habitaciones, como sabes, son muy pequeГ±as, salvo el dormitorio, y eran la zona de servicio de esas dos nobles y mi acceso al descansillo era la entrada de servicio. Cuando muriГі la segunda hermana, sus herederos, primos suyos, vendieron el edificio y, dada su enorme superficie, algo asГ como 400 metros cuadrados, pudieron encontrar no una sino solo dos familias compradoras, la de los Trastulli, que se quedaron con mГЎs de 300 metros cuadrados, y la de unos tales Ferrari, que se quedaron con unos noventa, que luego me vendieron en 1959, cuando me trasladaron a TurГn desde GГ©nova. Esos primos lazzaroni engaГ±adores
no pensaron en nada mejor que separar los dos espacios con paredes de papel de seda que te he dicho. AsГ que, en un edificio con muros muy gruesos me encuentro siendo el Гєnico que tiene que oГr hablar a eso vecinos en voz alta durante la cena. Y ademГЎs siempre de asuntos aburridГsimos. —SonriГі con alegrГa—: EstГЎ bien, Ran, aquГ acabo las lamentaciones
no bГblicas y veamos quГ© han preparado de bueno por aquГ.
TomГі la copia del menГє que tenГa delante, como todos nosotros, encima de una servilleta bien doblada colocada sobre el plato para los entremeses. Como podГa ver directamente en mi ejemplar, el menГє de comidas y bebidas estaba decorado con dibujos esquemГЎticos de abetos dorados haciendo una corona alrededor de la atractiva lista. EmpezГі a leer a media voz para que se le oyera, pero sin molestar a la mesa vecina:
—Entremeses calientes al estilo piamontГ©s, agnolotti con salsa de estofado o mantequilla fundida, a elegir, luego… bueno, evidentemente el estofado con guarniciГіn y, para acabar, el postre: fruta, panna cota baГ±ada en chocolate fundido y, es evidente esto, porciГіn de panettone o pandoro, a elegir, recubierto por crema pastelera. En cuanto a la bebida, aperitivo Torino Milano, sГ, lo conozco, es bueno: un cГіctel sencillo compuesto por vermut de TurГn y aperitivo rojo de MilГЎn,
cubitos de hielo y una piel de naranja. Evidentemente en MilГЎn lo llaman Milano Torino. AdemГЎs, vino de mesa de la casa en botella, tinto o blanco a elegir, para mГ blanco y elige tГє el tuyo y, con los dulces, una flГ»te de prosecco veneciano o de moscato piamontГ©s. EstГЎ bien, Ran, parece que es todo de tu gusto. Para un napolitano como yo, en medio de los demГЎs platos habrГa estado muy bien un primero con marisco y algo de pescado, pero… —Hizo una mueca entre divertido y molesto simulando aguantarse—, paciencia, me contentarГ©.
Con la comida y la bebida, solo salimos a mitad de la tarde. Justo delante de nosotros acababa de salir la familia de los vecinos de mi amigo e iba unos quince metros por delante en direcciГіn a via Cernaia. DiscutГan todos a la vez, sin preocuparse por su entorno, supongo que por ser cГіmplices de profundas libaciones con la comida. Sus palabras nos llegaban de forma confusa, pero no mucho despuГ©s se levantГі alta y clara la voz de la anciana, que, enarbolando una mueca de desagrado, como no se podГa evitar ver a pesar de los metros de distancia, dijo bruscamente:
—¡Ya basta! ВїTambiГ©n en Navidad? ВїPodГ©is dejar de ser como CaГn?
Evidentemente, tenГa problemas con sus hijos.
Vittorio me susurrГі que fuГ©ramos mГЎs despacio y dejГЎramos que se alejaran. Como el grupo caminaba lentamente y continuaba levantando la voz, despuГ©s de unos pasos me hizo una seГ±al con el pulgar derecho para tomar la cercana via Boucheron. Enseguida entendГ la razГіn: le habГa venido la necesidad de hablarme de esa familia, tal vez colaborando tambiГ©n con Г©l el aperitivo, el vino y el espumoso; a pesar de eso, estaba alegre, sГ, pero lГєcido, de hecho, no quiso que sus parlanchines vecinos le oyeran.
—Asà podemos conversar mientras paseamos… —empezó—. Oh, a ti te va bien dar un paseo para hacer la digestión, ¿no?
—Claro.
—¿El paseo habitual por los soportales?
—Perfecto.
—Bien. Asà que tengo que decirte algo de esas personas… bueno, ahora giramos aquà a la izquierda y asà llegamos igualmente a via Cernaia, la atravesamos y llegamos directamente a corso Vinzaglio.
HabГamos doblado en via Manzoni.
—Te estaba hablando de esa familia: tiene una gran tienda donde trabajan todos, salvo la nuera, con diversas tareas. Venden lavadoras, neveras, televisores, grabadoras, tocadiscos y discos: el mes pasado yo mismo compre un par de 33 rpm.
—¿Jazz?
—No. ¿Qué jazz ni jazz? ¿A ti te gusta el jazz?
—¡Mucho!
—Vale. A mà me gusta la música sinfónica y la ópera. Era Mozart. En todo caso, estaba a punto de decirte que la tienda está casi siempre llena de gente, los Trastulli están disfrutando del boom económico.
Tienen seis escaparates y dos plantas de exposiciГіn y venta, aquГ cerca, en via Garibaldi, bajo los soportales, casi en la piazza Statuto. Es un negocio muy antiguo, aunque en el pasado no vendГan televisores, evidentemente, porque no habГa. Supongo que eran cosas como gramГіfonos de mano y aparatos de radio. En todo caso, era un negocio conocido y floreciente desde aГ±os antes del boom: lo inauguraron en 1930 los dos ancianos poco despuГ©s de casarse, con un capital que Г©l habГa heredado de su padre, que acababa de morir. El aГ±o de la fundaciГіn del negocio estГЎ escrito por todas partes dentro del local y en los escaparates. El rГіtulo que hay sobre ellos muestra el apellido de la familia: Trastulli, seguido de Televisores ElectrodomГ©sticos Equipos MГєsica. El anciano tiene el diploma de aparejador.
—… Lo sé. Le llamaste asà al saludarlo.
—Ya. Es el aparejador Aristide Trastulli. Antes de heredar, trabajaba como empleado en una empresa constructora y habГa conocido a su futura esposa, Iride, un dГa en que por motivo laborales habГa ido a la casa del jefe: era la chica del servicio. Su hijo mayor se llama Arturo y no tuvo muchas ganas de estudiar, hizo hasta tercero de escuela media, o tercero de gimnasio, como se decГa antes,
y empezГі a trabajar con la familia con catorce aГ±os. El segundo hijo, Clemente, tiene mГЎs estudios, consiguiГі el tГtulo de perito mercantil antes de entrar en el negocio de los padres. Volviendo a su madre, la seГ±ora Iride, es la dГ©cima hija de unos campesinos. Como todos en su familia, aunque habГa estudiado poco, se expresaba con propiedad. Inmediatamente despuГ©s del examen de tercero de la escuela elemental
tuvo que ayudar a los suyos en el trabajo, como ya hacГan los hermanos y una de las hermanas; al cumplir los catorce, como habГan hecho otras hermanas, sus padres la mandaron a la ciudad para trabajar como empleada del hogar, al tener demasiadas bocas que alimentar para su pequeГ±o trozo familiar de tierra. Son cosas que he sabido a lo largo del tiempo a travГ©s del ostiario, como yo lo llamo.
—¿Ostiario?
—¿No sabes quiénes eran los ostiarios?
—Hm… mea culpa —fingà lamentarme.
—Perdonado —bromeГі Г©l tambiГ©n—, despuГ©s de todo, la figura real del ostiario ya no existe desde hace mucho, sustituida por la del sacristГЎn. Se trataba de un clГ©rigo, de menor nivel que los sacerdotes, que habГa recibido el llamado ostiariado que abarcaba diversas tareas dentro de un edificio eclesiГЎstico: guardar el edificio, abrir y cerrar de acuerdo con el horario de ingreso e impedir el acceso a las malas personas; tambiГ©n hacer sonar las campanas en su horario y, ayudado o no por sirvientes, proceder a la limpieza de la iglesia. Llamo ostiario a nuestro portero, en broma, porque es un mojigato que hace saber a todos que va a misa todas las tardes despuГ©s de cumplir con su horario y que recita siempre el rosario con su mujer antes de acostarse, rezando por todo el edificio. Es una lГЎstima que luego cotillee a discreciГіn a las espaldas de los propietarios: tal vez tambiГ©n de mГ, Вїpor quГ© no?
В«Pero tambiГ©n es alguien malo el que escucha, como tГєВ», me vino a la mente y me arrepentГ de inmediato, pues conozco el buen corazГіn de mi amigo. DespuГ©s de un momento, me dije: В«Bueno, despuГ©s de todo, la curiosidad es algo normal en un policГa, Вїno?В»
Entretanto, ignorante de mis pensamientos, Vittorio continuГі:
—De entre ellos, al que mejor conozco es al anciano porque fue, como yo, un partisano y, como yo, está inscrito en la ANPI:
nos encontramos algunas veces en la sede y en celebraciones en la calle. TambiГ©n la esposa estГЎ inscrita, trabajaron en pareja contra los fascistas y los ocupantes alemanes, ambos tienen la medalla de plata del valor militar de la Resistencia, pero ella no suele ir a la AsociaciГіn.
—Imagino que para ir a la montaГ±a a combatir cerrarГan la tienda.
—No. Operaban aquГ, en TurГn, de otras maneras necesarias, como conseguir armas a lo resistentes, trasportГЎndolas en persona en el furgГіn de la empresa, escondidas entre sus mercancГas, o recibir y transmitir Гіrdenes del CLNAI
mediante un oficial del ejГ©rcito que militaba en los partisanos azules, los de tendencia liberal monГЎrquica, el mayor Amedeo Ronzi di Valfenera, entonces general de Carabineros.
TambiГ©n lo conozco porque es turinГ©s y estГЎ inscrito en nuestra secciГіn de la ANPI: es un gran amigo del viejo Trastulli. AdemГЎs, en muchas ocasiones los cГіnyuges acogieron bajo el techo de su tienda a antifascistas buscados y, en un caso, corriendo grandes riesgos, ocultaron hasta el final de la guerra a una pareja de judГos, salvГЎndola de una meticulosa redada de los nazis y de su consiguiente deportaciГіn a un lager.
—Perdona, Vittorio: el hijo mayor de los Trastulli debГa tener ya mГЎs de veinte aГ±os. ВїFue partisano con ellos?
—No, al desatarse el conflicto Arturo fue reclutado y enviado de inmediato al frente, permaneciendo de servicio hasta julio del 43, primero en Francia y luego en Sicilia, donde fue hecho prisionero y luego deportado a Gran BretaГ±a: parece que lo trataron bastante bien, trabajando primero como campesino en una granja y luego como jardinero y hortelano del terreno en torno a la villa del coronel que dirigГa el campo de prisioneros. Solo volviГі a Italia en 1946. ВїQuieres saber tambiГ©n del mГЎs pequeГ±o?
—¡Claro!
—Clemente estaba en la escuela elemental en 1940 cuando el 10 de junio Mussolini declarГі la guerra a Francia y Gran BretaГ±a. Los suyos lo alejaron de inmediato de TurГn, e hicieron bien, ya que el primer bombardeo de la ciudad por parte de los ingleses fue inmediato…
—… ¿A mà me lo dices? ¡Me acuerdo muy bien!
—Claro, tú eres turinés.
—SГ, fue la noche entre el 11 y el 12 de junio, no lo esperГЎbamos tan pronto mis padres ni yo.
—¿Reclutaron después a tu padre?
—No, era obrero de la FIAT y estos eran útiles allà donde estaban.
—Ya, como fábricas del Ejército y la Aviación,
—SГ. Volviendo al bombardeo, despuГ©s de un momento de miedo corrimos los tres al sГіtano, pero nuestra casa, por suerte, no se vio afectada, aunque se lanzГі sobre el centro de la ciudad: ВЎ17 muertos! Luego se sabrГa que el objetivo habrГa debido ser la FIAT, que apenas se vio afectada. Por eso se corriГі la voz, murmurada, de que Churchill tenГa acciones de la empresa, pero seguramente se trataba de una patraГ±a.
—Seguro. Pero volviendo al menor de los Trastulli, los suyos lo enviaron con la hermana soltera del padre, una tal tГa Erminia, que vivГa en el pequeГ±o pueblo del que provenГa la familia, CavagliГ , a unos cincuenta kilГіmetros. La tГa era y es una persona acomodada, al haber heredado la otra mitad de los bienes paternos. AcogiГі y cuidГі encantada a su sobrino durante los aГ±os de la guerra, queriГ©ndolo como un hijo y el niГ±o a ella: me lo contГі su padre, aГ±adiendo que Clemente querГa mucho mГЎs a su pariente que a su madre.
—El aparejador cuenta muchas cosas.
—No a todos: en la ANPI habla voluntariamente solo conmigo y con ese general de quien es amigo. No solo me habla de asuntos de guerra, sino tambiГ©n de los suyos privados: es una persona espontГЎnea y un muy buen hombre. Por el contrario, la seГ±ora Iride no me gusta demasiado… es verdad que es tambiГ©n una heroГna de guerra, pero… tambiГ©n es вЂ?na fareniella,
una mujer arrogante que se cree la reina de Saba. Lo he comprobado mГЎs veces.
—Entiendo, pero dime algo de la esposa del hijo mayor. —Al final, tambiГ©n yo, en cuanto a curiosidad, no estaba mostrando menos que mi amigo; bueno, ambos Г©ramos policГas, Вїno?
—Ah, sГ, completemos el cuadro: se llama Clodette, es una francesa rubia, mГЎs alta que su marido, una guapa mujer, pero ya la has visto. Arturo la conoce en unas vacaciones en Liguria. Ella se ocupa solo de las hijas, nada mГЎs, en casa tienen una criada de la nueve a las siete y media de la tarde, que hace todo y se llama Genoveffa. Clodette y Arturo discuten, porque a Г©l le gustarГa que trabajara en la tienda, de hecho, a su suegra le gustarГa que estuviera allГ a toda costa y a Г©l le gustarГa satisfacer a su madre, es un poco un hijo de mamГЎ, es decir, un mamГіn segГєn las palabras que incluye nuestro vocabulario, mientras que su hermano no lo es. Imagino que la madre malcriarГa al primero de pequeГ±o y no pudo hacerlo con el otro porque estaba con su tГa. La nuera no quiere acabar dependiendo de la suegra, el marido insiste y los dos discuten y tambiГ©n la suegra le dice a la nuera cosas poco bonitas y entonces Clodette, aunque conoce bastante bien nuestro idioma, le dice impulsivamente В«merdeВ».
—La cГ©lebre palabra del general Cambronne en Waterloo —repliqué—, pero he leГdo que los franceses la usarГan mГЎs como interjecciГіn de desagrado que como insulto contra alguien.
—Ya, pero ella se la lanza con un tono que no deja dudas sobre la intenciГіn de definirla precisamente como una merde. Ah, a veces usa el epГteto emmerdeuse.
—Solo conozco el inglés: ¿quiere decir mierdosa?
—No: tocapelotas. El hecho es que para la vieja la empresa es como una hija, incluso puede que algo más y a los hijos y a su nuera con ellos, los quiere a todos al servicio de los negocios: ha consentido al primogénito y continúa haciéndolo, pero quiere que la corresponda, lo he entendido por palabras que le dirige ciertas veces, frases del tipo: «Es la tienda la que te mantiene y te he dado todo lo que has querido y me tienes que hacer caso siempre».
—Brr… mejor un trabajo de empleado que estar bajo una madre asГ.
—Seguro. En resumen, por un motivo u otro, todos discuten, salvo el aparejador, que, sin embargo, aunque sea excepcionalmente, cuando es evidente que no puede mГЎs, grita a todo pulmГіn: «¡Parad de una vez!В» Entonces todos callan, menos la esposa que, impertГ©rrita, continГєa y Г©l se enfurece todavГa mГЎs y aГ±ade en piamontГ©s: «¡PiГ ntla-lГ¬, ciula brГјsca!В»
ВїLo he pronunciado bien, Ran?
—Muy bien, incluso la ü de brüsca.
—Ya, ya. —SonriГі jocoso, entrecerrando los ojos para simular satisfacciГіn. Luego, de nuevo serio, aГ±adió—: Las Гєnicas que se quedan calladas, aunque sean pequeГ±as, y ellas sГ tendrГan derecho a chillar de vez en cuando, son Ida y Aurelia, las niГ±as: quiГ©n sabe lo que sienten en su interior en medio de esas peleas.
—Que también tú soportas, Vittorio.
—Pues sГ, nunca he golpeado con un martillo contra la pared divisoria, aunque lo habrГa hecho unas cuantas veces si no fuera porque me encuentro con el aparejador en la ANPI y somos… bueno, no, estaba a punto de decir amigos, pero no es verdad, la amistad es una cosa preciosa y rara, digamos que somos colegas de lucha y no quiero discutir.
«… Y eres una persona estupenda», me vino a la cabeza.
CapГtulo III (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)
EstГЎ bien que, en este momento, antes de proseguir con la narraciГіn, explique, aunque sea a grandes rasgos, el periodo histГіrico italiano en el que discurre nuestra historia, no solo para presentar el entorno, sino, sobre todo, cГіmo ciertos acontecimientos y lugares de aquellos aГ±os fueron la causa principal de las vicisitudes y los dramas de nuestros personajes.
La poblaciГіn de TurГn y sus alrededores creciГі desde el inicio de los aГ±os 50, debido a la emigraciГіn desde otras regiones, sobre todo meridionales, de familias en busca de empleo. El crecimiento se habГa acelerado durante el llamado boom econГіmico, hasta mГЎs de seiscientos mil nuevos residentes: TurГn se habГa convertido en una metrГіpoli de un millГіn de habitantes, y contando con las localidades del extrarradio, de casi dos millones. Los inmigrantes trataban de que los contrataran preferentemente en las cadenas de montaje de la FIAT, una empresa potente que todavГa era casi enteramente turinesa, mГЎs poderosa en la ciudad que el propio alcalde y sus asesores y concejales. En la FIAT y en muchas otras empresas, muchas de las cuales eran satГ©lites de la primera, trabajaban muchos de esos obreros, por supuesto, pero no habГa viviendas preparadas para sus familias, ni en la FIAT, ni en sus empresas satГ©lites, ni en el ayuntamiento y solo desde finales de los aГ±os 60 se empezaron a construir barrios perifГ©ricos populares. AsГ surgieron, construidos por esas mismas personas pobres trasladadas a TurГn, multitud de barrios improvisados de chabolas, tanto en los suburbios de la ciudad como en otras diversas zonas, mientras que los menos desafortunados encontraban vivienda en casas del centro, sobre todo en la zona de Porta Palazzo en pequeГ±os pisos y en buhardillas de palacios con barandillas del siglo XVIII, algunos arruinados. Esta masa humana incorporada al trabajo y que se contentaba con salarios muy bajos, habГa sido un potente combustible para el llamado milagro econГіmico italiano, o boom, si se quiere llamar asГ. Ese boom, sin embargo, no prosiguiГі ininterrumpidamente: en 1963 se detuvo el quinquenio eufГіrico, como lo definirГa al aГ±o siguiente el hipercrГtico diputado republicano Ugo La Malfa, hombre de la izquierda no marxista muy apreciado por mi padre, republicano histГіrico,
asГ como, siguiendo su modelo, el escritor Ranieri Velli.
La expresiГіn milagro econГіmico se extinguiГі, el entusiasmo de los industriales y los comerciantes disminuyГі enormemente hasta desaparecer, mientras que los ocupados en la industria y los servicios empezaban a preocuparse bajo la amenaza de despido (o ya despedidos), al haber empezado a disfrutar de un cierto bienestar, uniendo a su consumo bГЎsico bienes duraderos pagado a plazos con letras de cambio, como neveras, lavadoras o televisores, con formidables beneficios para las industrias fabricantes y las tiendas de esos productos, como por ejemplo el local comercial de la familia Trastulli que ya conocemos. Y no eran pocos los obreros que habГan osado permitirse la compra a plazos de un auto, normalmente un pequeГ±o FIAT 600 o un pequeГ±Гsimo FIAT 500. Muchos obreros habГan empezado incluso a disfrutar de al menos un par de semanas de vacaciones en agosto en una pequeГ±a pensiГіn, normalmente en la vecina Liguria, mientras que casi todos los que, sobre una riada de letras de cambio, eran propietarios de un utilitario o incluso de un FIAT 1100, realizaban cada agosto, valerosamente, un largo viaje, a un media de 70 kilГіmetros por hora, hasta su propio pueblo natal, felices de poder mostrarse a la llegada sobre un auto conseguido con su apreciado trabajo en la cadena: de montaje, se entiende.
En los aГ±os anteriores a 1963, muchos empresarios, apoyГЎndose en un endeudamiento bastante sencillo y unos salarios muy bajos habГan ampliados sus actividades, a veces enormemente con respecto a su dimensiГіn original, hasta el punto de que diversas empresas artesanales se habГan agrandado hasta un nivel industrial, con numerosos empleados, incluso centenares de ellos; sin embargo los dueГ±os no tenГan la preparaciГіn econГіmica adecuada para no trabajar a mano, como en su anterior pequeГ±a o mГnima dimensiГіn, ni tampoco previeron con agudeza, en cada caso, las posibles consecuencias de sus iniciativas ni consideraron la posibilidad de la apariciГіn inesperada de la competencia de fГЎbricas extranjeras.
No habГan entendido, entre otras cosas, que los salarios bajos habГan favorecido mucho su ascenso. Cuando los obreros, despuГ©s de aГ±os de luchas sindicales, consiguieron por fin aumentos significativos, empezaron las dificultades para todas las empresas, dificultades bastante graves, en primer lugar, para las actividades improvisadas, sin quedar luego exentas las empresas antiguas, firmes y bien dirigidas, por cuanto las relaciones entre productores de bienes y proveedores de servicios son cadenas ligadas a su vez con las de los sectores crediticio, asegurador y consultivo. En otras palabras, se trata de una red de negocios entre proveedores de materias primas y fuentes de energГa, productores de bienes y servicios y distribuidores de estos mismos y esa red estГЎ conectada a su vez con los estudios de consultorГa, la banca y los seguros.
Empezaron las quiebras y se hicieron cada vez mГЎs numerosas con el paso de los meses. Se fueron sucediendo, aГєn mГЎs graves, hasta bastante mГЎs allГЎ de 1964, aГ±o que supuso el apogeo de la crisis, en el que los beneficios de las empresas y los profesionales y las rentas familiares se verГan golpeados aГєn mГЎs seriamente por el imprudente aumento de los impuestos sobre la gasolina y uno nuevo a la compra de automГіviles, impuestos decretados por polГticos poco expertos en la ciencia financiera: la falta de consideraciГіn del impacto de dichos impuestos aumentГі evidentemente los costes de los transportes comerciales y asГ gravГі aГєn mГЎs toda la economГa. Pero el mal mayor provino de las relaciones de crГ©dito y dГ©bito entre las empresas y de las acciones legales de los bancos, que, habiendo concedido primero crГ©dito con generosidad a los empresarios, empezaron entonces no solo a reducir drГЎsticamente las nuevas aperturas de crГ©dito y el monto de los prГ©stamos ya acordados, sino a aumentar el coste porcentual y, peor aГєn, a pedir el reembolso a los clientes morosos, muchas veces sin Г©xito: ВїcГіmo podГa una empresa reembolsar un prГ©stamo si muchos de sus clientes no le pagaban sus servicios? La coyuntura se convirtiГі en peligrosamente adversa en 1964. La palabra coyuntura, en el lenguaje popular, se convirtiГі sencilla y tristemente en La Coyuntura, entendida como sinГіnimo de crisis, aunque, en realidad, ese vocablo no significa estancamiento o recesiГіn, sino la situaciГіn de los negocios, que puede ser negativa, positiva o estancada. Al principio del trienio habГa estancamiento, provocado por una reducciГіn de las inversiones debida al notorio aumento de los salarios y las nГіminas y al duro aumento de los tipos de interГ©s sobre los prГ©stamos bancarios, aumentos que restringГan el capital disponible para las inversiones para la compra de materias primas, fuentes de energГa, mercancГas, maquinaria y demГЎs. Peor aГєn, el fenГіmeno era todavГa mГЎs grave porque, ya en 1963, pro sobre todo en el 64 y el 65 muchos grandes empresarios dirigieron una buena parte de sus capitales lГquidos, cuando no todos, hacГa ciertos paГses extranjeros, paraГsos bancarios, para cubrir los riesgos de su posiciГіn econГіmica y a su propia persona en caso de bancarrota. Del estancamiento se pasГі a la recesiГіn: menos inversiГіn, menos producciГіn, menos intercambios comerciales, menos transportes, menos trabajo, y por tanto despidos, con menos salarios y nГіminas y menos consumo con menores retornos monetarios a las empresas; para muchas de ellas, nula inversiГіn, menor producciГіn posterior, mГЎs despidos: un cГrculo vicioso en el que se producГan quiebras entre empresas relacionadas, la mayor parte de las veces no desencadenadas por proveedores-acreedores, que deseaban salvar a sus clientes deudores, quienes, de hecho, iban renovando normalmente las letras de cambio que habrГan intentado descontar en su momento en los bancos para financiarse, pero atacados precisamente por los bancos que, implacables, al ser sus crГ©ditos prioritarios por ley, empezaron a acosar al mundo empresarial con solicitudes de quiebra.
Con respecto a las empresas y a los vendedores ambulantes de productos de primera necesidad y a muchas familias obreras que eran sus clientes, anteriormente estas Гєltimas pagaban sus compras cotidianas de una vez, al final de la semana, una vez cobrado su salario, o a fin de mes despuГ©s de embolsarse la nГіmina de empleado. Al presentarse la recesiГіn, en muchos nГєcleos familiares uno o mГЎs miembros se encontraron desempleados, por lo que esas familias pedГan que lo pagos, al menos en parte, se retrasaran al mes siguiente y, entretanto, reducГan las compras a lo esencial; luego, tras acumular deudas y mГЎs deudas, no podГan pagarlas.
Por otro lado, los grupos familiares que habГan comprado bienes duraderos a plazo con pacto de reserva de dominio firmando las letras habituales, como televisores, lavadoras y otros electrodomГ©sticos, o incluso un automГіvil, en el momento de la crisis dejaban vencer el protesto de esas mariposas cambiarias y sufrГan el embargo de esos bienes. A su vez, las empresas proveedoras de los locales comerciales se encontraban con el impago de sus clientes, dado que ellos mismos no tenГan ya dinero para liquidar sus compras en los plazos previstos. Si los primeros a los que no se pagaba era a los proveedores de los comerciantes, en segundo lugar venГan los empleados de estos, con despidos de algunos o de todos; finalmente, no pocas tiendas vieron bajar sus persianas, o por abandono del negocio, cuando podГan, gracias a sus ahorros, liquidar antes todas sus deudas, o, mГЎs a menudo, por quiebra.
Como sabrГamos Vittorio y yo, tambiГ©n se encontrГі con la recesiГіn, con letras protestadas de clientes y dificultades para pagar a los proveedores, la vieja y famosa tienda de via Garibaldi Trastulli Televisores ElectrodomГ©sticos Equipos MГєsicaВё de cuyos titulares, despuГ©s de esa Navidad del 61, yo me habГa olvidado completamente, pero que pronto volverГan al escenario de mi vida: por motivos de sangre.
CapГtulo I (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)V (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)
El annus horribilis del trienio 63-65 fue 1964, no solo por el aumento de la presiГіn fiscal, por las enormes fugas de capitales hacia el extranjero, por las muy numerosas quiebras de empresas y por el desempleo cada vez mayor, sino tambiГ©n porque, en los meses que fueron de la mitad de marzo a la mitad de julio, colgaba de un hilo sobre la cabeza de los ciudadanos la afilada amenaza pГєblica de un golpe de Estado.
No solo la crisis, sino tambiГ©n ese plan subversivo, aunque este solo fuera de refilГіn, iba a contribuir a las desgracias de la familia Trastulli.
Como fuentes pГєblicas comunicaron al pГєblico solo tres aГ±os despuГ©s, entre los objetivos del plan subversivo no habГa estado la derogaciГіn de la ConstituciГіn, pero, aunque hubiera sido asГ, indudablemente no era poca cosa el propГіsito revelado de los conspiradores, por cuanto buscaban la eliminaciГіn de la escena polГtica de parlamentarios comunistas y socialistas y el bloqueo violento de numerosas reformas sociales articuladas que estaban a punto de expresarse por el gobierno al cargo, de centro izquierda, a diferencia de los de los aГ±os 50 y principios de los 60, compuestos por personas de centro o de centro derecha:
el Partido Socialista Italiano, marxista, admitiГі pulsar el botГіn de alarma junto a la habitual fuerza mayoritaria, la Democracia Cristiana o, mejor dicho, a sus corrientes de izquierda, que se habГan convertido en predominantes.
El responsable del plan subversivo era el entonces comandante general del Arma de los Carabineros, expartisano azul monГЎrquico, condecorado por la RepГєblica, por mГ©ritos en la Resistencia, con una medalla de plata, tres cruces de guerra al mГ©rito y muchas distinciones militares y, en 1955, nombrado para el delicadГsimo cargo de jefe de los servicios secretos, que habГa mantenido durante cerca de siete aГ±os antes de su nuevo cargo.
El 25 de marzo de 1964 habГa reunido en la capital a sus subordinados generales miembros de las tres divisiones de las fuerzas armadas y a sus generales de brigada ayudantes de campo y dado Гіrdenes detalladas sobre el plan, con la indicaciГіn de estar listos para activar sus tropas armadas en cualquier momento, en cuanto recibieran sus Гіrdenes. Estaba prevista la ocupaciГіn de las prefecturas, de las principales comisarГa de nuestra Seguridad PГєblica, de las sedes de la RAI-TV, de los partidos polГticos marxistas, de los periГіdicos que los apoyaban y ademГЎs se habГa dispuesto para mГЎs de setecientas personalidades pГєblicas del Partido Comunista y del Partido Socialista, sindicalistas socialcomunistas de la CGIL e intelectuales que apoyaban o simpatizaban con la izquierda, su arresto y su traslado a campos de concentraciГіn en CerdeГ±a, dispuestos en ГЎreas militares vetadas al pГєblico.
El 26 de junio de 1964, viernes, se produjo un hecho nuevo: la crisis del Gobierno, que caГa por una disputa, tal vez injustificada, sobre las subvenciones a las escuelas privadas, que los democristianos querГan y los socialistas no. La mayor parte de los periГіdicos que no eran de partido, la llamada prensa independiente, que, en aquellos tiempos, normalmente, no simpatizaba con la izquierda,
calificГі muy negativamente al presidente dimisionario del Consejo, Aldo Moro, jefe de la corriente democristiana de izquierdas e indicГі como un desastre las acciones gubernativas de los ministros socialistas. HabrГa sido el momento en el que el plan subversivo podrГa haber actuado. El lГder histГіrico del Partido Socialista Italiano, Pietro Nenni, que habГa sido advertido, probablemente por los estadounidenses, reuniГі al instante a lo notables del partido y les informГі haber oГdo en el fondo de la crisis un ruido de sables y en este momento los socialistas accedieron a pactar. El proyecto subversivo se vino abajo, las tres divisiones de los Carabineros y las respectivas brigadas quedaron inertes y el 17 de julio se acordГі un nuevo gobierno Moro, tambiГ©n con el Partido Socialista, pero que habГa aceptado eliminar todos los puntos polГ©micos de su programa innovador, anteriormente declarados absolutamente esenciales: otra vez la polГtica se habГa revelado como el arte de lo posible.
El plan del golpe de Estado fue abandonado justo a la mitad de julio, un momento antes de ponerse en marcha, al considerarse el nuevo centro izquierda bastante menos innovador que el anterior y seguramente, como se sabrГa despuГ©s, faltando completamente la aprobaciГіn de los muy influyentes Estados Unidos de AmГ©rica, los cuales, al contrario que los subversores, valoraban positivamente al centro izquierda como instrumento para aislar a los comunistas: el Partido Comunista Italiano, en efecto, habГa sido y seguГa siendo contrario a la participaciГіn de los socialistas en el Gobierno, buscando por el contrario un futuro Gobierno de pura izquierda socialcomunista. Luego correrГa un rumor insistente de que el Estado de la Ciudad del Vaticano, informado por el embajador estadounidense del plan subversivo, actuГі para impedirlo, tal vez con amenazas secretas de excomuniГіn a ciertos catГіlicos poderosos de derechas de la Democracia Cristina: la Santa Sede y su correspondiente Estado estaban en esos aГ±os bastante considerados y a menudo escuchados en los entornos polГticos y militares italianos y la noticia no era inverosГmil, pues asimismo la Iglesia, entonces encabezada por el papa Pablo VI, hombre de la derecha catГіlica, era muy favorable a la admisiГіn de los socialistas en el poder ejecutivo.
En esos mismos dГas, cuatro polГticos centristas murieron de infartos, casi uno detrГЎs del otro, coincidencia insГіlita, aunque no del todo imposible.
Las autoridades procuraron que los ciudadanos no llegaran a conocer estos hechos y otros menores por mucho tiempo, Вїtal vez para evitar arranques de preocupaciГіn en el pueblo? MГЎs probablemente por un desprecio autoritario al derecho a la informaciГіn.
Tampoco Vittorio y, como Г©l, nadie de nuestro Cuerpo de la Guardia de la Seguridad PГєblica oyГі hablar del proyecto subversivo y lo mismo debiГі pasar en los demГЎs cuerpos de PolicГa:
el plan se habГa mantenido magistralmente en un absoluto secreto.
La noticia solo se supo en 1967 y, relatada por el semanal L’Espresso, serГa divulgada por este el 14 y el 21 de mayo de ese mismo aГ±o, con una investigaciГіn periodГstica, convirtiГ©ndose en dominio pГєblico. Entre otras cosas, se supo que solo en diciembre de 1965 y no antes, es decir, al final de un largo periodo de indecisiГіn de los poderes polГticos, el Comandante General de los Carabineros y excomandante de los servicios secretos habГa sido destituido de su cargo y habГa corrido el rumor, seguramente por informaciones de la omnipresente agencia de espionaje estadounidense, la CIA, de que si ese general de un cuerpo armado resultaba ser el cerebro del plan subversivo, este podГa haber sido voluntad de ciertos polГticos importantes de la derecha democristiana
DespuГ©s de mayo de 1967, y gracias a los artГculos de L’Espresso, se constituirГa por fin una comisiГіn parlamentaria de investigaciГіn sobre los hechos. ВїSus conclusiones? Se habrГa tratado de un plan de emergencia especial tutelado por el orden pГєblico, В«un lamentable desvГoВ», pero no un intento de golpe de Estado.
FOTOGRAFГЌA FUERA DEL TEXTO
La primera página del número 21 del 21 de mayo de1967 de la revista L’Espresso
CapГtulo (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)V (#ulink_87dc22dd-e8d3-5af7-abf0-7b9cf29ec45f)
Aristide Trastulli, que saliГі de su tienda a las siete de la tarde del sГЎbado, 18 de julio de 1964 para dar un paseo corto en solitario, habГa desaparecido.
TodavГa no habГan aparecido los primero telГ©fonos mГіviles, asГ que los familiares no pudieron llamarle para saber dГіnde estaba. Ya hacia las diez de la noche, la mujer y sus dos hijos denunciaron la desapariciГіn en la comisarГa: la ley italiana de ese momento, contrariamente a las de otros Estados, no consideraba necesario que, antes de poder proceder al aviso de la desapariciГіn de un familiar o pariente a un cuerpo de PolicГa, hubieran transcurrido cierto nГєmero de horas o incluso dГas, de hecho, consideraba que serГa mayor la posibilidad de encontrar a la persona si se actuaba lo antes posible.
El funcionario de turno encargado de recoger la denuncia, un brigada llamado Pitrini, despuГ©s de invitar a sentarse al trГo delante de su mesa, les preguntГі:
—¿Hay alguien en casa?
Arturo le respondiГі:
—SГ, mi mujer con mis hijas.
—Su padre podrГa haber vuelto mientras ustedes venГan aquГ. Para empezar y hacer bien las cosas, Вїme dan su nГєmero de telГ©fono?
Tras recibirlo, habГa llamado usando el disco del aparato que tenГa sobre la mesa, pasando de inmediato el auricular a la madre.
Clodette respondiГі, para su decepciГіn:
—No, por desgracia no está. Tampoco ha telefoneado.
La suegra suspirГі y, sin despedirse de la nuera, devolviГі el auricular al brigada.
El funcionario colgГі y a continuaciГіn ordenГі a un agente de su oficina, un tal Bianchini, que llamara a todas las casas de socorro de TurГn preguntando si un tal Aristide Trastulli habГa sido ingresado allГ.
El agente lo hizo. Tiempo despuГ©s comunicarГa al brigada que no habГa nadie con esos datos.
Entretanto, el brigada preguntГі a los denunciantes si habГan traГdo alguna foto del hombre.
—SГ, lo habГamos pensado: dos fotografГas —le respondiГі la seГ±ora Iride. SacГі de su bolso una foto a color de su marido, de cuerpo entero, y una foto de carnet en blanco y negro, igual que la que aparecГa en su documento de identidad. Se las alargГі al brigada.
Pitrini las dejГі sobre su mesa y ordenГі al agente mecanГіgrafo que se sentaba poco distante, listo para pulsar la teclas de su mГЎquina:
—Te las llevas después y las adjuntas al expediente. Empezamos a escribir. —Preguntó a los denunciantes—: ¿Cuándo han visto por última vez al desaparecido?
La madre dijo:
—Poco después de las siete de la tarde, inmediatamente después de cerrar nuestra tienda…
—… ¿Situada?
—La tienda Trastulli está en via Garibaldi, casi en la piazza Statuto, unos treinta metros antes.
—Ah, sГ, una tienda con muchos escaparates, la conozco.
—SГ, decГa que mi marido saliГі inmediatamente despuГ©s de cerrar, saliendo de la trastienda junto a sus dependientes, mientras que nosotros, como todas las tardes, nos quedamos para hacer la caja y comprobar que todo estaba bien antes de irnos. La mayor parte de las veces nos Гbamos con Г©l en el coche, pero esta tarde no ha dicho que, para abrir el apetito, querГa dar un corto paseo por su ruta habitual.
—Detállemelo, deberemos empezar a buscarlo en esas calles.
—Saliendo de la tienda en via Garibaldi, gira a la izquierda en corso Valdocco, luego gira a la derecha en via del Carmine, continúa hasta la piazza Savoia, gira a la derecha en via della Consolata, luego, siempre recto, llega a corso Siccardi y finalmente gira a la derecha en via Cernaia y llega a nuestra casa, que está casi a la altura de corso Palestro.
—Me ha dicho que el paseo no es un hecho demasiado excepcional.
—Exactamente, brigada, la hace una y a veces dos veces por semana. Nos ha dicho al salir que nos verГamos en casa para cenar, lo decГa siempre, por costumbre. Cuando volvimos a casa, no habГa llegado.
—¿A qué hora?
—Eran las ocho y algo, digamos las ocho y diez. Era raro que todavГa no hubiera llegado, pero no mucho, ya habГa pasado un par de veces antes y en ambas se habГa encontrado a un buen amigo que vive en via del Carmine, el general de los Carabineros, Amedeo Ronzi di Valfenera, y se habГan ido a sentarse en la mesa de un cafГ©, no sГ© cuГЎl, para tomar un aperitivo y charlar un rato: ninguna de las dos veces pensГі en telefonearnos desde el cafГ©. Es asГ, brigada. Hemos dejado pasar aproximadamente una hora. Ya estГЎbamos muy preocupados, obviamente. AsГ que hemos pensado en comunicar inmediatamente la desapariciГіn, pero antes quisimos telefonear a nuestros empleados por si habГan advertido, al salir con Г©l, en quГ© direcciГіn habГa empezado a andar Aristide, por si esta vez hubiera cambiado el recorrido: podrГa ser Гєtil para su investigaciГіn.
—Han hecho bien. ¿Y?
—Dos de ellos no estaban en casa…
—… ¿Cuántos empleados tienen?
—Cuatro.
—Continúe, señora.
—El teléfono del primero sonó…
—… ¿Nombre y dirección?
—Mario, Mario Rollini, vive en corso Francia, vive solo, al menos según el libro de familia que los dependientes nos entregan para eventuales asignaciones familiares. No sé en qué número vive, lo tenemos en la tienda, pero no lo recuerdo de memoria, sé que es cerca de la piazza Bernini.
—Está bien, no importa, ya lo encontramos nosotros. ¿Después?
—DecГa que su telГ©fono sonГі sin que nadie contestara.
—¿Y los demás?
—El segundo al que llamГ© es Cesare, Cesare Chiodi para ser exactos. Vive en via Don Bosco con su mujer. Estaba, pero me dijo que no se habГa fijado en quГ© direcciГіn se habГa ido mi marido. El tercer empleado, Amilcare Nobis, sГ que lo sabГa: le habГa visto dirigirse precisamente hacia el corso Valdocco y entendГ que habГa tomado la calle habitual. Tampoco estaba Umberto, me refiero a Umberto Ronzi di Valfenera, que es hijo del general amigo de mi marido: Marta, su madre, estaba sola en casa y me contГі que su marido llegarГa tarde, porque habГa tenido que quedarse con su comandante de brigada y, en cuanto al hijo, le habГa llamado desde un bar informГЎndola de que no iba a llegar pronto.
—¿Motivo?
—Porque habГa comido en una pizzerГa con un compaГ±ero del Гєltimo aГ±o de la superior al que se habГa encontrado por la calle, alguien que habГa sido su amigo y se habГa mudado a MilГЎn tras diplomarse: solo estaba de paso por TurГn y decidieron en ese momento ponerse al dГa comiendo juntos la pizza.
—Ese tal Umberto tiene algГєn tГtulo, por lo que entiendo.
—SГ, es contable, lo contratamos como un favor para el padre.
—¿Como contable?
—No, como dependiente. La contabilidad la lleva mi hijo. —SeГ±alГі a Clemente—. Umberto tiene el tГtulo, pero lo consiguiГі con la nota mГnima y con veintidГіs aГ±os, despuГ©s de varios suspensos, por lo que no solo no habГa superado despuГ©s el examen para la admisiГіn en la Academia de Cadetes de MГіdena, como habrГa querido su padre, sino que tampoco habГa podido conseguir ningГєn empleo a la altura de su tГtulo. Pero hay que decir que es bueno como vendedor, tiene mucha labia.
—Menuda desilusión para el padre no verlo vestir el uniforme como él.
—Sin duda, brigada, conozco bien al general: mi marido y yo cooperamos con él en la lucha de Liberación.
—¿Usted era partisana, señora?
—SГ, el general preguntГі a mi marido si tenГa un puesto de dependiente para su hijo y, ante de la sorpresa de Aristide, que sabГa que era contable, le contГі cГіmo estaban lamentablemente las cosas: Umberto, tras suspender el examen de admisiГіn de la Academia, habГa intentado exГЎmenes internos en un banco, un instituto de derecho pГєblico, para el cual tenГa que superar un concurso, y no habГa conseguido nada. Lo mismo en Correos. Luego, en la FIAT, su solicitud de admisiГіn escrita no fue ni siquiera tomada en consideraciГіn: ni siquiera habГan respondido. AsГ que…
—… Asà que el general pensó en ustedes. ¿La dirección exacta de esa familia?
—Viven en la via del Carmine, en una buena casa casi delante de la iglesia, el piso es de su propiedad, muy grande, con techos de cuatro metros de altura, en la planta principal; yo no he estado nunca, pero lo sé por mi marido, a quien le invitan a menudo a cenar con el general y su esposa. De todos modos, tengo el número de la calle en la tienda: nuestro Umberto vive con sus padres.
—Ya la encontramos nosotros. ¿Tienen algún dato que sea útil para encontrarlo?
—No —respondieron al unГsono los tres.
—Pues dГganme quГ© estado de ГЎnimo tenГa el desaparecido hoy y en los Гєltimos dГas.
HablГі la seГ±ora Iride:
—Digamos… que no estaba muy bien.
—¿Concretamente?
—Estaba nervioso y se sentГa dГ©bil: estamos preocupados.
—¿La causa de los nervios y de la astenia podrГan haber sido preocupaciones laborales?
—Oh, no, la empresa va bien.
—¿También va todo bien en casa? —preguntó entonces—. Perdonen la pregunta, pero es necesaria: ¿discusiones?
—No, no, faltarГa mГЎs. Va todo bien.
—Por tanto, ¿no tienen idea de los motivos de la inquietud de su familiar?
Todos a la vez:
—No.
—No.
—No.
TambiГ©n las desapariciones eran competencia de nuestra la SecciГіn de homicidios y delitos contra las personas, al poder implicar delitos de sangre, por lo que, al dГa siguiente, antes de terminar su trabajo, el brigada Pitrini, llevГі, como correspondГa, a la oficina del comisario jefe D’Aiazzo y mГa el relato de los Trastulli, junto con un par de denuncias nocturnas mГЎs, para que a su llegada el superior las asignara a sus comisarios subordinados.
Yo estaba el despacho y el colega, tras dejar sobre la mesa de Vittorio su pila de carpetas e indicarme con el Гndice derecho la que estaba en lo alto, me dijo:
—Estos han denunciado esta noche la desapariciГіn de su marido y padre, pero no me parecГan demasiado preocupados. La esposa dijo que estaban inquietos, y puede que sea asГ, pero no parecГa que lo estuvieran mucho. No sГ©, tal vez sea una impresiГіn falsa, es verdad que la gente sabe contenerse externamente mientras sufre mucho en su interior. Pero creo que serГЎ mejor decГrselo al jefe. Me voy a casa, Вїse lo puedes decir tГє?
—SГ.
AГєn tenГa ganas de hablar:
—Tal vez yo sea un malvado, pero me parece que estaban más interesados por los asuntos de dinero que por la desaparición del familiar.
—¿Te han dicho que les van bien los negocios?
—Más o menos, con otras palabras.
Cuando saliГі el colega, abrГ distraГdamente el expediente. Me vino a los ojos que la familia vivГa en la misma direcciГіn que mi amigo y que se llamaban Trastulli e inmediatamente me vino a la cabeza esa Navidad de 1961 en la que nos encontramos con ellos en el restaurante.
FOTOGRAFГЌA FUERA DEL TEXTO
Antigua centralita y sala de operaciones de la ComisarГa, en los aГ±os 50-60 del siglo XX. Archivo fotogrГЎfico de la PolicГa del Estado
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